domingo, 18 de noviembre de 2012

analítica bestia



Después de meses en el exilio posan ganas de tener la sensación de no ser más que una parte del trastorno, sin rencores ni palabras escondidas, sin medias verdades, sin más pérdidas de tiempo; de saber dónde poner el punto final a cada momento y aparcar por una vida los sueños malformados con ojos entreabiertos, de encontrar un camino para zigzaguear las curvas sin tropiezos absurdos. Me lo ha enseñado todo él, a resignarse a pensar que ésto se  trata simplemente de ir acumulando espinas clavadas por el camino mientras pones la mejor de tus sonrisas. Y que nadie sepa darse cuenta. Y siempre te perseguirá toda la vida. Redundando pase lo que pase. Ahí la intimidad llega a su máxima expresión, en lo más profundo y profano del ser humano se expone al juicio de todo lo que le rodea hasta que las horas dan su bendición conforme las expectativas están suficientemente incorrectas y formales.


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